retratos y autorretratos
Ernesto Sábato – Nicanor Parra – Pablo Neruda
Creo que fue Leonardo el que afirmó que a los cincuenta años cada uno tiene la cara que se merece, sobre ella han ido (lenta pero inexorablemente) dejando sus huellas los sentimientos y las pasiones, los afectos y los rencores, la fe, la ilusión, los desencantos, las muertes que vivimos o presentimos, los otoños que nos entristecieron o desalentaron, los amores que nos hechizaron, los fantasmas que nos visitaron (de muertos en los sueños, de personajes que nos arrastran, y también los enmascarados de nuestras propias ficciones, que al mismo tiempo nos expresan y traicionan). Esos ojos que revelan con sus lágrimas las tristezas, esos párpados que se cierran por sueño o por pudor o por astucia, esos labios que se aprietan por empecinamiento o por despiedad, esas cejas que se contraen o dudan, esas venas que se hinchan por rabia o sensualidad, van delineando arruga tras arruga en diseño que finalmente el alma, así según esa fatalidad del alma, que solo puede existir encarnada a la vez su única posibilidad de existencia.
Sí ahí lo tienen: con cruel y delicada exactitud, en estos retratos está, como un condenado entre rejas, mi propio espíritu: el rostro con que observo el Universo.
Ernesto Sábato
como les iba diciendo
Yo soy número uno en todo
no ha habido –no hay– no habrá
sujeto de mayor potencia sexual que yo
una vez hice eyacular diecisiete veces consecutivas
a una empleada doméstica
yo soy el descubridor de Gabriela Mistral
antes de mí no se tenía idea de poesía
soy deportista: recorro los cien metros planos
en un abrir y cerrar de ojos
a lo mejor ustedes no tienen idea de nada
han de saber que yo introduje el cine sonoro en Chile
en cierto sentido podría decirse
que yo soy el primer obispo de este país
el primer fabricante de sombreros
el primer individuo que sospechó
la posibilidad de los vuelos espaciales
yo le dije al Che Guevara que Bolivia no,
le expliqué con lujo de detalles
y le advertí que arriesgaba su vida
de haberme hecho caso
no le hubiera ocurrido lo que le ocurrió
¿recuerdan ustedes lo que le ocurrió al Che Guevara en Bolivia?
imbécil me decían en el colegio
pero yo era el primer alumno del curso
tal como ustedes me ven
joven-buen mozo-inteligente
genial diría yo
irresistible
con una verga de padre y señor mío
que las colegialas adivinan de lejos
a pesar de que yo trato de disimular al máximo.
Nicanor Parra
¿Cómo arreglármelas para parecer mal y quedar bien? Es como cuando uno se mira al espejo (o al retrato) buscándose el ángulo bello (sin que nadie lo observe) para constatar que sigue siendo uno mismo siempre.
Algunos se plantan de soslayo, otros imprimirán la verdad de lo que quisieron ser, otros se preguntarán: ¿cómo soy?
Pero la verdad es que todos vivimos anotándonos, acechándonos a nosotros mismos, declarando sólo lo mas visible, escondiendo la irregularidad del aprendizaje y del tiempo.
Pero vamos al grano.
Por mi parte soy o creo ser duro de nariz, mínimo de ojos, escaso de pelos en la cabeza, creciente de abdomen, largo de piernas, ancho de suelas, amarillo de tez, generoso de amores, imposible de cálculos, confuso de palabras, tierno de manos, lento de andar, inoxidable de corazón, aficionado a las estrellas, mareas, maremotos, admirador de escarabajos, caminante de arenas, torpe de instituciones, chileno a perpetuidad, amigo de mis amigos, mudo para enemigos, entrometido entre pájaros, maleducado en casa, tímido en los salones, audaz en la soledad, arrepentido sin objeto, horrendo administrador, navegante de boca, yerbatero de la tinta, discreto entre los animales, afortunado en nubarrones, investigador en mercados, oscuro en las bibliotecas, melancólico en las cordilleras, incansable en los bosques, lentísimo de contestación, ocurrente años después, vulgar durante todo el año, resplandeciente con mi cuaderno, monumental de apetito, tigre para dormir, sosegado en la alegría, inspector del cielo nocturno, trabajador invisible, desordenado persistente, valiente por necesidad, cobarde sin pecado, soñoliento de vocación, amable de mujeres, activo por padecimiento, poeta por maldición y tonto de capirote.
Pablo Neruda
lectura en clase
Sara Facio, Alicia D’Amico, “Retratos y autorretratos”. Ediciones de Crisis, 1973. |