MARIANO ROLDÁN
(Córdoba, 1932)
MUCHACHAS
SE oyen venir, como las olas
en la sazón del pleamar,
desde muy lejos, desde donde
la vida acuna su niñez.
Van acercándose en un rayo
la juventud y claridad.
Alegran. Cantan. Gritan. Dicen
lo que la tierra frente al sol.
Alzan al viento
Desnuedez pura de los pies.
Rápidamente desatada
en la pasión del caminar.
Se acercan. Llega. Cunde el yodo.
El polen abre su labor.
Libres los senos, ondeando
al grave son universal.
Irrumpen. Pasan. Vibran el eco
con el metal de su reír.
Es una fiesta entre los ojos
y el derramado corazón.
Se alejan ya. Se van perdiendo.
Suena, apagado, su bullir.
Blancas muchachas por sus años
que son del mar y van al mar.
(De Ley del canto)
FRANCISCO CARRASCO
(Huelva, 1934)
Y EL MAR DONÓ SU LUZ
A LA MAÑANA
Una alondra de brisa partió el mar en un vuelo
y su pico de agua propició la mañana.
Las pléyades renuncian a Lesbos que redime
la salobre actitud que unifica los cuerpos.
Un ave de oro cruza la crátera del día
que el rosal albacea con áurea inmunidad.
Desocupado el ojo desnuda la techumbre
Donde el invierno pone tálamo a la pureza.
Las marcas retornan sobre azules intactos
que coronara lenta la luz de la mañana,
y el cíngulo del mar absuelve al horizonte
que refluye en el sueño a evocar lo perdido.
Has mirado en el límite como una golondrina
tu juventud, la vela del tiempo sobre el agua.
Solo amor es posible si rozamos la duda
y negando los ojos inventamos el mar.
|